Portada Teoria del restauro. 1963, Cesare Brandi.
APUNTES (8) PARA LA TEORÍA E HISTORIA DE LA INTERVENCIÓN EN EL PATRIMONIO: AÚN LA ESCENA ITALIANA. DE BRANDI A CARBONARA
(…) que la restauración es buena solo para la época que la justifica y puede ser pésima para la siguiente que la piense de manera diferente.1
Con esta aseveración sostenía Cesare Brandi, de formación licenciado en Derecho en Siena, y en Letras en Florencia, una declaración de principios que situaba en el centro de la discusión la relatividad en el tiempo de determinadas actitudes. La autoridad de Cesare Brandi se sitúa fuera de toda sospecha: en 1930 se hará cargo de la Soprintendenza de los monumentos y galerías de Siena, recibiendo el encargo de catalogar la colección de pinturas de la Academia de Bellas Artes de la ciudad. En 1933 será nombrado inspector en materia de Antigüedades y Bellas Artes de Bolonia. Tres años más tarde, en 1936, asumirá nuevos cargos, esta vez en Roma, como la Dirección de Antigüedades y Bellas Artes. Y en 1938 se le asigna la fundación y dirección del Regio Istituto Centrale del Restauro (actual ICR), cargo que ostentará a lo largo de más de dos décadas (1939-61).
Cesare Brandi instaura los actuales criterios de restauración, cuyas premisas serán supervisadas y actualizadas por reuniones y congresos internacionales periódicos, muchos de ellos tutelados por la UNESCO. ¿Cuáles son esos principios constitutivos en materia de restauración? La primera distinción que le permite sistematizar el concepto de restauración es la que realiza entre objetos industriales y obras de arte —tanto objetos de artes aplicadas como arquitectura. En los primeros, la restauración se acabará asimilando a una reparación o sustitución de elementos, atendiendo a su origen industrial, mientras que en las obras de arte, señalará dos exigencias a considerar, la estética, y la histórica:
La restauración constituye el momento metodológico del reconocimiento de la obra de arte, en su consistencia física y en su doble polaridad estética e histórica, en orden a su transmisión al futuro.2
Doble polaridad que le permite decantar dos axiomas: el primero, que el objeto de restauración atañe solo a la materia de la obra de arte; y el segundo, que restauración tendrá como objetivo el restablecimiento de su unidad potencial sin cometer ni falsificación histórica ni artística, conservando cualquier estrato que forme parte de su línea de tiempo.
Nótese que la unidad potencial hará referencia tanto al momento histórico primigenio, como al resto de presentes históricos por los que habrá ido atravesando el edificio. Ahí es donde Brandi apela a la complejidad de la restauración: de nuevo, nos hallamos ante una variante de la dialéctica relativa a la que había establecido Riegl con los valores de memoria —históricos— y los valores de actualidad.3
Sin embargo, ante la radical relatividad de las tesis de Riegl, Brandi adoptará una posición más restrictiva. Es el caso de su crítica a la reconstrucción del campanile de San Marco. Al respecto afirmará Brandi:
Lo que importaba era un elemento vertical en la Piazza, pero no se requería la reproducción exacta salvo por un sentimentalismo arquitectónico, y hay que decirlo así. (…) La nostálgica sentencia «cómo era, dónde estaba», es la negación del principio mismo de la restauración, y constituye una ofensa a la historia y un ultraje a la estética, al considerar reversible el tiempo y la obra de arte, reproducible a voluntad.4
Su Teoria del restauro, publicada en 1963, recogerá esta posición contra la copia del campanille en ningún caso justificable, afirma Brandi, ni desde la perspectiva histórica ni desde la estética, porque aunque atendiera a una argumentación didáctica y conmemorativa —que equivaldrá, en el desarrollo de Riegl, al valor de memoria histórico conmemorativo al que aplicaría una solución de copia—, igualmente estaría infringiendo un daño histórico y estético al original —y en este punto resonaría la posición ultraconservadora de Ruskin.
La evolución de las Cartas del restauro, desde su reunión de Atenas en 1931, hasta la promulgada en 1972 en Roma, a partir de la Teoria del restauro de Cesare Brandi tendrán como objetivo principal la salvaguarda de los monumentos históricos. Será a partir de entonces que las distintas reuniones internacionales irán incorporando, con la evolución cada vez más técnica de los materiales, distintas especificidades que atendrán cada vez más a la física y química de las intervenciones: limpieza, reposición de elementos, etc.
En el proceso de transformación de las técnicas de restauro, más próximas a nuestro tiempo, se irá consolidando una corriente denominada restauración crítico-conservadora. Esta postura, defendida especialmente por Giovanni Carbonara,5 y en línea con Brandi, se sustentará a través de un difícil equilibrio entre las dos posiciones fundamentales: aquella que defiende el restablecimiento periódico de la epidermis del edificio, sujeto a los deterioros provocados por el natural paso del tiempo y con el objetivo de preservar el resto del edificio; y aquella que sustenta la pura conservación del edificio en el estado que llega hasta nosotros, con el fin de preservar el documento físico, incluso sus estados de degradación como testimonio histórico. La postura de Carbonara consistirá en encontrar la solución adecuada para cada caso, establecida entre los dos extremos mencionados:
Cada intervención constituye un caso en sí mismo, no encuadrable en categorías y que no responde a reglas fijadas previamente pero que debe ser estudiada a fondo cada vez, caso por caso, sin asumir posiciones dogmáticas o alineadas respecto a la entera gama de problemas y soluciones que la restauración suscita.6
Según la restauración crítica, los principales valores a respetar deberán ser:
- Distinguibilidad entre las reintegraciones y las partes originales.
- Reversibilidad de la actuación, entendida como hipótesis crítica.
- Mínima intervención, garantizando las preexistencias.
- Compatibilidad científica de los materiales empleados.
- Autenticidad expresiva, sin estridencias ni violencias.
Siempre según Carbonara, el concepto de restauración contemporáneo debería entenderse como
toda intervención destinada a conservar, transmitir al futuro y facilitar la comprensión de aquellas obras de interés histórico, artístico y medioambiental sin borrar las huellas del paso del tiempo. La Restauración se basa en el respeto a la materia antigua y a la documentación auténtica que suponen estas obras, proponiéndose, además, como un acto de interpretación crítica no verbal sino expresada en la obra concreta. Más concretamente, como hipótesis y proposición crítica siempre modificable, sin alterar irreversiblemente el original.7
1: «(…) che ogni restauro sia solo buono per l’epoca che lo giustifica e magari pessimo per la seguente che la pensi in modo diverso». CesareBrandi, «Il fondamento teorico del restauro». En Bolletino ICR 1, 1950, pp. 5-12.
2: Cesare Brandi, Teoría de la restauración. Madrid: Alianza editorial, 1988 [1963], p.15.
3: Véase entrada APUNTES (6) PARA LA TEORÍA E HISTORIA DE LA INTERVENCIÓN EN EL PATRIMONIO: ALOÏS RIEG.
4: Cesare Brandi, Teoría de la restauración, op. cit., p. 49.
5: El profesor Giovanni Carbonara, fallecido en 2023, hizo de la Historia de la arquitectura y de la Teoría de la restauración sus principales objetos de estudio. Desde 1980 pasó a ejercer como profesor ordinario de Restauro dei monumenti en la Facultad de Arquitectura de La Sapienza de Roma, y entre 1995 y 2013 director de la Scuola di Specializzazione per lo Studio e il Restauro dei Monumenti. Fruto de sus investigaciones serán los once volúmenes del Tratado de restauración, publicado entre 1996 y 2008.
6: Giovanni Carbonara, «Tendencias actuales de la restauración en Italia». En Loggia n. 6, 1998, p. 18.
7: Giovanni Carbonara, Che cos’è il restauro? Nove studiosi a confronto,. Venezia: Marsilio, 2005.